En el contexto actual, marcado por la urgencia de transitar hacia un modelo energético más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, surge el concepto de comunidades energéticas.
Este modelo innovador de generación, gestión y consumo de energía representa una solución prometedora hacia la autonomía energética y la reducción de la huella de carbono. En este artículo, explicaremos qué son, sus beneficios y las oportunidades que presentan.
Definición y Principios de las Comunidades Energéticas
Una comunidad energética es un grupo de ciudadanos, empresas y entidades locales que se unen para producir, consumir y gestionar energía de manera colectiva, principalmente a través de fuentes renovables como la solar, eólica o biomasa, y, en general, con proyectos relacionados con la energía. Este modelo se basa en principios de cooperación, sostenibilidad y proximidad, buscando no solo beneficios económicos, sino también sociales y medioambientales para sus miembros o socios y para la localidad en la que desarrollan sus actividades.
Tipos de Comunidades
El término “Comunidad energética” es un concepto amplio, no jurídico, en el que se engloban varios tipos concretos de comunidades. En las directivas europeas y su transposición a la normativa española, encontramos dónde consultar estos tipos y, sobre todo, las diferencias entre las distintas modalidades de comunidades energéticas.
La principal diferencia nos la encontramos en cuanto a “la propiedad y control”, es decir, que han de ser propiedad de ciudadanos, empresas micro/pequeñas/medianas o autoridades locales, quienes han de participar y ejercer el control y la dirección de la comunidad energética.
La toma de decisiones internas se basa en una gobernanza democrática, asegurando que la “autonomía” de la comunidad y con un claro propósito diferente al lucro, a diferencia de otros modelos de “comunidades energéticas” que son modelos de negocio exclusivamente llevados a cabo fundamentalmente por grandes y medianas empresas tradicionales del sector energético.
Es habitual encontrarnos con empresas que están participadas por grandes empresas energéticas, en las que participan o bien son a su vez comercializadoras de energía que proponen un modelo de producción en cubiertas tanto de comunidades y, sobre todo, en cubiertas municipales, donde no hay participación ni propiedad por parte de los posibles miembros, y la compra de energía incluso debe ser obligatoriamente a través de la comercializadora que lo impulsa, incumpliendo las directivas que establecen que los miembros mantendrán los derechos que les correspondan como consumidoras y consumidores finales, entre ellos, la libre elección de comercializadora eléctrica.
En conclusión, una advertencia al respecto: no todas las que dicen ser comunidades energéticas lo son, no cumplen la normativa al respecto. No se considerarán como tal las comunidades en las cuales la mayoría de los votos corresponda a entidades para las cuales el sector de la energía constituya un ámbito de actividad económica principal.
Beneficios de Formar Parte de una Comunidad Energética
Participar en una comunidad energética trae consigo una serie de beneficios tangibles e intangibles que van más allá de la simple reducción de los costes energéticos. Al optar por la generación de energía a través de fuentes renovables, las comunidades no solo logran una disminución significativa en los gastos asociados al consumo eléctrico, sino que también avanzan hacia un modelo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Este compromiso con la sostenibilidad ayuda a mitigar el impacto negativo en el planeta, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles y disminuyendo la huella de carbono de la comunidad.
La autosuficiencia energética que proporcionan estos modelos es otro aspecto clave, ya que permite a los miembros de la comunidad tener un control directo sobre su producción y consumo de energía. Esta independencia no solo mejora la seguridad energética, sino que también empodera a las comunidades para tomar decisiones que reflejen sus valores y necesidades específicas.
Además, la implementación de proyectos de comunidades energéticas tiene un efecto positivo en el desarrollo económico local. La inversión en energías renovables y la gestión comunitaria de estos recursos suelen generar empleo local, ofreciendo oportunidades laborales en campos relacionados con la instalación, mantenimiento y gestión de infraestructuras energéticas sostenibles.
Este desarrollo económico va de la mano con el fortalecimiento de la cohesión social, ya que los proyectos suelen ser el resultado de esfuerzos colaborativos que fomentan la participación ciudadana y el sentido de pertenencia.
Actividades de las Comunidades Energéticas
Una comunidad energética no solo es una instalación de autoconsumo fotovoltaico. Las directivas europeas le otorgan un amplio abanico de posibilidades en cuanto a las actividades a realizar, de tal forma que les permitan integrarse en lo que se llama el nuevo modelo energético.
La clasificación de las actividades de las Comunidades Energéticas podemos dividirlas, además de las formas o tipos de energía, del tipo de actividad que pueden desarrollar. En cuanto a las formas de energía, pueden ser actividades relativas a la generación de electricidad, energía térmica, la explotación colectiva de recursos bioenergéticos, almacenamiento, infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos.
Si la clasificamos en función del tipo de energía, estas pueden llevar a cabo actividades de generación, almacenamiento, consumo de energía, servicios energéticos, rehabilitación de edificios, mejora de la eficiencia energética, optimización de excedentes en el mercado sin olvidar la recarga de vehículos eléctricos.
Un amplio abanico de actividades que, al desarrollarse en proximidad como principio fundamental, genera empleo local y, en consecuencia, aumento de riqueza para el municipio o la localidad donde se desarrolla.
Oportunidades Gracias a las Comunidades Energéticas
Las comunidades energéticas abren un abanico de oportunidades para transformar el panorama energético actual. Uno de los aspectos más relevantes es la democratización de la energía. A través de este modelo, se facilita el acceso a fuentes de energía renovable a una mayor cantidad de personas, permitiendo una distribución más equitativa de los recursos energéticos.
Esto representa un cambio paradigmático, donde el consumidor pasa a tener un rol activo y central en el sistema energético, convirtiéndose en prosumidor (productor y consumidor de energía). Además, la implementación de comunidades energéticas puede contribuir significativamente a la transición energética.
Al promover el uso de energías renovables, se acelera la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, alineándose con los objetivos climáticos globales y compromisos internacionales como el Acuerdo de París.
Con el apoyo experto, como el que ofrecemos en OTC COITIRM, estas iniciativas no solo promueven la eficiencia energética y la reducción de la huella de carbono, sino que también impulsan el desarrollo económico local y fortalecen la cohesión social. Este modelo innovador es una respuesta prometedora a los desafíos ambientales actuales, marcando un camino hacia la autosuficiencia energética y un planeta más verde.